luna de miel
21 febrero 2018/Cultura
  • Por juanfernandezugr
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Según cuenta la tradición, el nombre de “Luna de Miel” procede de las viejas costumbres nórdicas del siglo XVI, en las que los recién casados solían beber dulce hidromiel, durante la primera luna llena próxima a la ceremonia nupcial. Una bendición

Los novios la bebían para recibir la bendición de los dioses que les regalaban a cambio fertilidad, sobre todo, para concebir hijos varones. La hidromiel también era el único alimento de Odín, padre de todos los dioses nórdicos y se consideraba una bebida que daba poderes sobrenaturales. De ahí que fuese una pócima mágica, que también ofrecían los druidas a las tribus celtas antes de enfrentarse a los romanos en la antigua Galia.

Babilonia

En Babilonia hace 3.500 años tras el enlace, el padre de la novia debía regalar al novio cerveza de miel durante una luna o un mes para desear suerte y fertilidad.

Roma

En Roma era la madre de la novia la que depositaba, durante un mes aproximadamente, una vasija con miel en la habitación de la pareja. La mielrepresentaba la fertilidad y era también utilizada como “reconstituyente” físico y ungüento de belleza para la novia. En luna llena Durante la Edad Media en Alemania y, por influencia de la mitología germana, se solían celebrar las bodas únicamente en noches de luna llena y las parejas bebían licor de miel durante los treinta días posteriores al enlace para ser felices y tener descendencia. Quizá de ahí proceda el nombre de “Luna de miel”.

El rapto de la novia

La tradición de beber hidromiel se unió a la del viaje por otra costumbre muy antigua de los pueblos del norte de Europa. Los pueblos bárbaros, que vivían en las fronteras del Imperio Romano, solían raptar a jóvenes de poblados vecinos o enemigos como esclavas, reclamar un rescate o casarse. Estos “secuestros” se realizaban con ayuda de un grupo de hombres, uno de los cuales recibía el título de padrino, si el secuestro se producía para celebrar una boda.

En el caso de secuestrar a una mujer para casarse, este padrino vigilaba durante la ceremonia nupcial, manteniéndose alerta y armado por si había un ataque de la familia de la novia. Transcurrido un cierto tiempo la pareja volvía al poblado de la novia con una unión de hecho que ya nadie cuestionaba.

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