La cristalización es el resultado de un proceso natural como consecuencia de la presencia de glucosa.

Cuando las temperaturas se mueven entre los 10 y los 20 grados, el endulzante de las abejas pasa de estado líquido a sólido, pero en ningún momento pierde sus propiedades, se estropea o hay que desecharla. Nada de eso. Simplemente es un cambio de imagen, pero sigue siendo la misma miel.
Como su propio nombre indica, vemos cómo el producto se ha convertido en una especie de cristales y tendremos más dificultad para servirla con una cuchara.

Lo primero que debemos examinar es el etiquetado, es importante que la miel no proceda de mezclas y más importante aún, su procedencia.
La miel sin procesar tiende a ser opaca y, dependiendo de la variedad, cuentan con un color oscuro o claro.

Por raro que parezca, las mieles más puras tienen impurezas naturales (polen, pan de abeja, cera, etc) y tienden a solidificarse creando cristales (vease ¿Qué es la cristalización?, arriba) La miel pura es por definición muy densa. Tanto que en condiciones de poca humedad puede llegar a atrapar burbujas en su interior dando lugar a una capa de burbujas de aire en la parte superior del bote.

Todo alimento que se ponga a la venta debe indicar una fecha de caducidad o consumo preferente.
En el caso de la miel su caducidad es de 2 años desde su envasado.
Ahora bien, ¿significa esto que cuando pasen los dos años de consumo preferente ya no podremos consumirla? Por puesto, que podemos consumirla sin ningún tipo de riesgo y sin que esta pierda ningún tipo de propiedad.
Ningún alimento es inmune al paso del tiempo, la mayoría de alimentos se deterioran en mayor o menor medida con el paso de los días, pero como ejemplo tenemos un caso extremo de esta excelente conservación en la tumba de Tutankamón en la que dicen que encontró miel en perfecto estado de conservación pasados 3000 años, aunque en tu caso seguro que no tienes pensado guardarla tanto tiempo ¿verdad?

La miel está hecha a partir del néctar de las flores, de secreciones de partes vivas de plantas o de excreciones de insectos chupadores de plantas , las abejas son las encargadas de recolectar.
Después de la recolección lo guardan en su estómago. Luego el néctar se mezcla con una enzima que está en la saliva de las abejas y que lo transforma en una composición química más adecuada para almacenarla por más tiempo. Cuando una abeja retorna a la colmena, le pasa el néctar a la boca de otra abeja, denominándose esta acción como trofalaxia.
Este proceso se repite hasta que el néctar parcialmente digerido es finalmente depositado en un panal. Una vez en el panal el néctar sigue siendo un líquido viscoso (nada parecido a la miel que usas para comer). Para quitar toda el agua extra de la miel, las abejas ventilan la colmena con sus alas para acelerar el proceso de evaporación.

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